



Este proyecto surge de la necesidad de crear un nuevo espacio en el que habitar.
Esa necesidad viene dada a su vez por un proceso de cambio o metamorfosis del individuo, que se manifiesta desde dentro hacia afuera, proyectándose en los objetos y espacios que le rodean.
Es a su vez un viaje, un duelo, una historia intima de esperas y ausencias. Una etapa de cambio y reconstrucción. Vaciarse para volver a llenarse.
El él se encuentran polaridades que crean tensión en las imágenes: espacio luminoso y sensación de soledad, calma e intranquilidad, delicado y agresivo.
Para realizar este trabajo utilicé el espacio más privado de que dispongo, mi habitación. Vacié el espacio y lo pinté de blanco lentamente, eligiendo una pequeña brocha que deja ver todos los gestos de la pintura, para recalcar el transcurso del tiempo en la transición del espacio. Participan de esta transformación todos los objetos que lo habitaban, incluyendo el mobiliario y el suelo, que cambié por una tarima blanca.
Este trabajo es una apremiante búsqueda del yo, un proceso de reflexión donde los objetos son desnudados de su función, convirtiéndose en un autorretrato.